lunes, 1 de diciembre de 2008

SOPA DE AMOR ??




Me gusta compartir con vosotros determinados textos que considero interesantes y que hacen reflexionar, en este caso, sobre el amor.
Me pongo a pensar en voz alta, y creo que este cuento es muy acertado a la hora de describir qué es el amor de pareja exactamente. Porque requiere trabajo, y el trabajo, implica esfuerzo para mantenerlo, para sentirlo verdaderamente para no caer en los famosos “te amo” con el facilismo en que se cae al pronunciarlo: un “te amo” light, casi vacío, caduco, sin demasiado contenido.

Soy una de esas mujeres a las que un “te amo” no le sale de la boca fácilmente. Para que lo diga, debo sentirlo y trabajarlo intensamente también. Será también, que a medida que crecemos somos más exigentes, un tanto más complicados a la hora de encontrar pareja, y con una buena mezcla de miedos e inseguridades: miedo a perder la independencia y el espacio vital que tanto costó conseguir. Miedo a equivocarnos, a sufrir, a ser rechazados.
Pero el amor bien entendido con sus buenos ingredientes y justa dedicación, es un manjar delicioso para compartir. Al menos, así lo pienso yo. Y lo creo
"El amor no es sopa instantánea"

¿Has probado las sopas instantáneas? Un poco de agua, revolver, y ¡listo! Bien. Nos han hecho creer que el amor también es así: instantáneo. Dos que se atraen en los primeros diez minutos de la película, transitan cuatro días o dos meses con encendidas miradas que se cruzan ¡y ya está!


Entonces se dicen las ineludibles palabras: "TE AMO". ¡No, no, no!

El amor no es una sopa instantánea: es una comida compleja, de cocción muy pero muy lenta. Es más, nos han hecho creer que "cuando el amor aparece" es como si estuvieras ante una mesa con mantel blanco y velas encendidas, y un alguien anhelado te lo fuera a servir en bandeja de plata.

¡No! No te lo dan así. La vida te trae sólo una cesta rústica con muchos ingredientes. Y tendrás que trabajar arduamente con ellos: llorar pelando cebollas, mascar amarguras, quemarte, equivocarte en la mezcla y tirarla una y cien veces. Hasta que quizás logres cocer el manjar. Y puede que tenga fecha de vencimiento. Pero puede ser, en cambio, que hayas logrado gestar con el otro un alimento no perecedero: en la India hay una palabra que es prema = devoción del uno hacia el otro. Amor consciente.

A medida que corta, pela, revuelve, cada cocinero se va transformando, pues es más que cocina: es alquimia. Y eso tiene un valor extraordinario, porque aunque lo cocido, al final, no fuera comido ya por nadie, -si el vínculo se malograra-, hay algo que justifica plenamente esa tarea: que el cocinero pueda salir del vínculo más maduro, más crecido, más sabio.
En ese caso, la experiencia que haya desarrollado implicará una pericia que le quedará disponible para sí mismo, pues se podrá perder o arruinar el objeto de amor, pero el amor, jamás: es una habilidad que queda dentro de uno.

Sí, saber amar requiere de entrenamiento (nunca nos lo dijeron), y cuando se dé una nueva ocasión es posible que ese cocinero, antes torpe, compruebe que se ha ido convirtiendo en un verdadero chef: sabe distinguir mejor los ingredientes nobles de los potencialmente tóxicos, sabe descartar una mala poción a tiempo, sabe, cuando el potaje es bueno, tenerle paciencia al fuego lento para que no se arrebate con demasiada intensidad.

Todos lo sabemos en relación a la amistad, para que uno diga "es mi mejor amigo", ¿cuántos años tienen que haber pasado? ¿cuántas pruebas superadas juntos?. Entonces, si decimos que una pareja es "más que una amistad", ¿cómo puede uno afirmar a los quince minutos de iniciada su propia película "es el hombre (o la mujer) de mi vida"?
Esa falta de realismo produce inevitablemente dolor. Pero ese dolor puede hacer que comprendamos que el amor no es como nos lo dijeron.
Que necesitaremos tirar a la basura nuestras insensatas creencias sobre lo que supuestamente es el amor. Que ese raro manjar sólo puede elaborarse con tiempo y con trabajo interno: explorar un vínculo nuevo hasta conocerlo, y, sobre todo, conocerse a sí mismo a través de ese vínculo. Eso, es el amor consciente.

2 comentarios:

Demóstenes dijo...

Mmm... hay distintos tipos de amor. Yo he amado de una forma consciente y otras de forma inconsciente. Hay veces que desde el primer segundo pensé "esta es la mujer de mi vida" y otras que requirió más tiempo y contacto.

No digo que una forma sea mejor que la otra, sólo que no hay que desechar ninguna posibilidad ni tampoco hay que pensar que un amor 'a primera vista' es demasiado irracional y por tanto poco conveniente.

Raquel dijo...

Sabes Demóstenes?? La vez que mas he amado en mi vida fue de forma irracional,me enamoré casi al primer contacto.Ha sido el hombre de mi vida. Otras han llegado y quizá llegarán pero sé que ese ha sido el hombre de mi vida.